Los recovecos del glifosato

Estudios revelan que el Glifosato tiene efectos tóxicos sobre algunas ranas americanas y teratogénicos en vertebrados. Ojalá no hayan fumigado tu bosque también. Imagen: Manuel Lequerica© 
Saber cuáles son los números reales de los cultivos de coca en Colombia durante los últimos años es complicado. Aunque gran parte de este fenómeno se debe al interés del estado colombiano  en demostrar que la política antidrogas está funcionando, también hay que reconocer que hacer un censo de esta naturaleza es complicado. Los departamentos ganadores en áreas cultivadas son Nariño, Putumayo, Guaviare y Vichada; lugares remotos, de condiciones climáticas complicadas (tan complicadas que es difícil verlas, inclusive, vía satélite). En todo caso, y como dice Andrés Bermúdez en La Silla Vacía (1) , es probable que el estado se aproveche de estas dificultades para sincronizar los esfuerzos de erradicación y fumigación con la época apropiada para censar. 

En todo caso, creo que se puede afirmar que el área cultivada en coca ha disminuido en los últimos 15 años. Las fumigaciones aéreas, la erradicación manual y el fomento de cultivos alternativos en las regiones cocaleras han logrado esta disminución, pero no hay que ignorar que un fenómeno importante- la minería ilegal- ha captado una fracción significativa de personal anteriormente relacionado con la siembra del arbusto o la producción de pasta base. Poco a poco comenzamos a ver la complejidad de la realidad rural colombiana.


Cultivos de coca estadisticas municipales censo 31 de diciembre de 2011 UNODC (2)
En todo caso, creo que se ha dado un importante paso en el país la semana pasada. El hecho de haber escuchado las recomendaciones internacionales de detener las fumigaciones aéreas con Glifosato es, ante todo, una excelente noticia para los colombianos. Entre otros estudios, he encontrado en una rápida búsqueda en la red ejemplos de consecuencias negativas en diversidad animal y vegetal (3), toxicidad en anfibios (4), efectos cancerígenos en vertebrados (5), efectos tóxicos en semen de conejos (6) y toxicidad en humanos (7) del glifosato (no glifosfato como insisten en llamarlo algunos personajes públicos como el procurador y la ex-candidata presidencial por el conservatismo). 

Acabo de meterme en camisa de once varas. Dije arriba que gracias a la fumigación por aspersión (y otras cosas) el número de hectáreas cultivadas de coca en Colombia ha disminuido sistemáticamente en el último decenio. También dije que ese químico tiene unos efectos negativísimos tanto sobre la salud humana como en el medio ambiente. Complejo el asunto ¿no? 

No siendo suficiente esa encrucijada, voy a meterme en otra, tal vez más compleja que la anterior. Colombia, al igual que otros países de la región, tiene una presión grande por parte de su socio comercial número uno: disminuir (a como dé lugar) la producción de cocaína. Al mismo tiempo, este socio y muchos otros países (principalmente europeos) piden grandes cantidades de cocaína, y están dispuestos a pagar buenas cantidades de dólares, euros, francos o libras por el polvo blanco. Esto último significa que el precio de la cocaína en el mercado negro es elevado, dándole un incentivo jugoso a aquellos que se atrevan a jugar con candela. 

Esto lo sabíamos todos. Lo sabemos desde hace tiempos. Colombia lleva luchando una violentísima guerra interna desde hace años por culpa del narcotráfico. Esta guerra ha dejado víctimas mortales en todos los rincones del país, su dinero ha financiado la política a lo largo y ancho de la república y su estética excesiva, chabacana y machista se ha convertido en el clímax de la cultura popular. Es imposible negar que la cocaína tiene un poder impresionantemente grande en nuestros ordenes social, político y económico (recomiendo un libro para comprender este fenómeno, no sólo en Colombia sino en una escala global: CeroCeroCero, de Roberto Saviano).


Muy recomendado este libro, que habla de los hilos de poder que el tráfico de drogas ha creado en el mundo, con énfasis en las mafias Colombianas, Mexicanas e Italianas.
Yo soy una persona sumamente optimista pero cuando me pongo a pensar en este problema siento que la política internacional es tremendamente injusta y lo menos democrática posible. A pesar de ver cómo la lucha contra el narcotráfico arroja resultados mediocres año tras año, Europa y Estados Unidos siguen insistiendo en luchar agresivamente contra ese fenómeno. Pese a los muchos millones de dólares invertidos en ese programa y los miles de víctimas que deja al año (entre muertos, heridos y desplazados) la insistencia en combatir todos los frentes de la producción de cocaína es constante. ¿Por qué seguir insistiendo tan enfáticamente en una solución que no está solucionando nada? ¿Por qué desde hace quince años queremos seguir ocultando el sol con las manos? 

Siento que el paso hacia un país libre de fumigaciones aéreas con glifosato es positivo. Aunque pasarán muchos años antes de que la discusión sobre la legalización global de las drogas se dé de forma seria, hay que comenzar a desescalar las consecuencias negativas de su producción, y una forma muy positiva de hacerlo es dejando de perfumar cultivos de coca (y de rebote chagras, bosques, ríos y hasta asentamientos campesinos) con esa tóxica sustancia desde el aire. 


Campesinos afectados por las fumigaciones con Glifosato piden el alto a esta práctica. http://censat.org/es/noticias/oms-glifosato-y-cancer-la-organizacion-mundial-de-la-salud-califico-de-cancerigeno-al-herbicida-del-milagro-agricola

Entre las reacciones generadas por la decisión de parar las fumigaciones he escuchado a muchas figuras públicas, terratenientes, afirmar que el [sic] Raundá (Roundup- nombre comercial del Glifosato) es un herbicida de uso común y que es prácticamente inofensivo. Muchas de sus declaraciones apuntan hacia argumentos como: "yo he usado ese producto en mi finca desde hace más de treinta años y no ha pasado nada" otro decía: "hombre pero es que hasta el arroz y el maíz son fumigados con Glifosato". Ojo, lo que dicen estos señores puede parecer muy cierto pero ambas afirmaciones, y en general, la noción popular de los efectos del Glifosato en la salud humana y en el medio ambiente son bastante erradas. 

Hay un problema grave con este veneno, y es que sus efectos en el medio ambiente son complicados de comprender. Principalmente, los grandes terratenientes quieren homogeneidad en sus fincas: o bien quieren sólo pasto para su ganado, o bien tienen un monocultivo (maíz, sorgo, arroz...etc). En cualquiera de los dos casos, todo aquello que no haya germinado de las semillas voleadas, es maleza. He aquí por qué a todos estos personajes les parece que el Glifosato es la maravilla, por que acaba con la maleza, es decir, disminuye drásticamente la diversidad. Está bien, probablemente para quien va a obtener un beneficio económico de aquel monocultivo es clave erradicar la competencia que otras hierbas pueden hacerle a su preciado producto, pero en términos de ecosistema y de medio ambiente eso es altamente indeseable. 

Otra dificultad relacionada con el Roundup es la toxicidad y los efectos teratogénicos en especies animales. Por supuesto que es dificilísimo, para el elegante senador, advertir cuándo las ranas de la charca de su gran hacienda ganadera disminuyan su población en dos órdenes de magnitud. De todas formas ¿Qué importa? a lo sumo el croar no va a ser tan intenso como antaño pero sin ese ruido se puede vivir también ¿o no? Es igual de complicado determinar cuándo los vertebrados de esa hermosa finca están padeciendo de cancer por las repetidas aplicaciones del venenito en las praderas o en los cultivos. Entonces, claro, no es un misterio que muchos terratenientes le tengan cariño al amigo herbicida, si es que sus efectos nefastos son así de complicados de ver (hasta para personas sin miopía). 

Como pasa mucho, los estudios serios denuncian año tras año que las poblaciones de animales silvestres están disminuyendo, que los ecosistemas van en declive, que el medio ambiente anda en jaque como consecuencia de nuestro reiterado abuso. Mientras tanto la gente mira hacia otro lado y no ve lo que se le está diciendo. Ojo señores políticos, cuando hablen sobre la inocencia del glifosato, al menos tómense el trabajo de leer lo que hace años se ha publicado en relación a sus gravísimos daños a la salud y al medio ambiente. El político colombiano debe comenzar a mostrar un poco más de respeto hacia la comunidad científica internacional, y sus estudios, basados en evidencia verificable y en métodos replicables. 

Para cerrar esta entrada quiero volver a un dilema que traje al principio: la presión internacional nos obliga a disminuir la cantidad de cocaína que sale de nuestro país. No es un secreto que la fumigación aérea fue la herramienta más usada (y más efectiva para controlar los cultivos de coca) en los últimos años. Esto quiere decir que el estado tiene que cambiar su estrategia de lucha contra el narcotráfico, y lo más seguro es que se concentre, de ahora en adelante en la destrucción de laboratorios. Siento, por primera vez que ese enfoque es mucho más eficiente e inteligente que todos los esfuerzos previos. Sin ser experto en guerra, veo los bombardeos aéreos a los laboratorios como una estrategia muy poderosa para la disminución de la producción de pasta base por varias razones. Primero, a diferencia de las grandes extensiones de los cultivos, los laboratorios son pequeños y albergan grandes cantidades de material, lo que significa que un ataque exitoso es un duro golpe para los productores. Segundo, si hay un bombardeo aéreo sobre el laboratorio, el riesgo para las fuerzas armadas es mucho menor a aquel que corren los soldados que deben estar en tierra (expuestos a minas antipersona y a emboscadas) cuidando a las avionetas fumigadoras. Tercero la población civil recibe mucho menos daño colateral de un bombardeo puntual que de fumigaciones en territorios amplios. 

Aunque no soy amigo de la lucha contra las drogas, creo que desde hace unos días inicia una etapa muy interesante de eficiencia en este programa. También celebro por el fin de la lluvia tóxica, y espero que esto marque el fin de una etapa trágica para los ricos ecosistemas y los campesinos e indígenas colombianos, sometidos durante muchos años a esa tremenda medida. 


Comments

  1. Gracias a mi buen amigo Herman López G. por enviarme esta columna publicada en The Economist The futility of coca erradication (link abajo). Con una prosa mucho más clara y concisa, encamina sus argumentos en dirección muy similar a los comentados acá: bien por el alto a las fumigaciones, el objetivo está en concentrarse en bombardeos y siempre habrá que tener la mirada puesta en la alternativa deseada de la legalización.

    Link: http://www.economist.com/news/americas/21651298-while-cocaine-remains-illegal-latin-america-has-find-better-ways-fight-mafias-it?fsrc=scn/fb/wl/bl/pe/st/thefutilityofcocaeradication

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